Adrenalina, violencia y tres mujeres dispuestas a todo: así es Sky Rojo, la adictiva serie española que consagra a Lali Espósito

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La ficción de Netflix propone un cóctel adictivo de sensaciones e imágenes al estilo Tarantino, con el toque español de Almodóvar. Tres víctimas de trata que se empoderan, rebelándose contra el poder masculino.



“De los creadores de La Casa de Papel llega... ¡Sky Rojo!”. De esta manera se anunció la nueva apuesta de Netlix que promete ser un éxito. ¿En qué se basan? Justamente en el ingenio creativo de Alex Pina y Ester Martínez Lobato, quienes imaginaron y escribieron el robo de El Profesor y sus secuaces con máscaras de Dalí a la Fábrica de Moneda y Timbre de Madrid, y lo convirtieron en un boom. Los protagonistas de Sky Rojo también colaboraron mucho con la promoción de esta producción, subiendo a las redes imágenes del rodaje y tráilers, aumentando así la ansiedad en sus seguidores. Pero la espera terminó. Y la serie ya puede verse en la plataforma.




La historia comienza con un proxeneta al borde de la muerte y tres chicas que huyen por dos razones: para no ser atrapadas por ese hecho en particular y, sobre todo, para ser libres de una buena vez. Sin embargo, Sky Rojo plantea una mezcla de muchos géneros en una misma serie: por momentos es una especie de road movie (serie, en este caso) con historias de amor de personajes con el alma deshecha. También muestra violencia, corrupción y abuso de poder. Hay un patriarcado presente pero con chicas dispuestas a enfrentarlo como sea. Hay sororidad, y también muchas adicciones. Sueños rotos y una realidad llena de frustraciones. Es la ilusión de poder tener todo y ver cómo se desvanece en segundos. Es también adrenalina pura, con colores estridentes, maquillajes excesivos que a veces se mantienen muy perfectos en medio de persecuciones, llantos y mucho rock and roll. Es también denuncia de la prostitución en su estado más directo.



Una mezcla de todo esto -y mucho más- que se ensambla bien, sin confundir.

El espectador recibe constantemente estímulos visuales y auditivos que lo empujan a pedir más y más. Y ahí es cuando Sky Rojo se vuelve adictiva. Seguramente sea una serie para maratonear ya que los episodios duran menos de media hora y bien se prestan a ello. Y el espectador atento encontrará muchos guiños a películas como Kill Bill y Thelma & Louise, y algo de Los ángeles de Charlie. Es todas y ninguna, porque esta serie viene a inaugurar un nuevo estilo de narración, como en su momento lo hizo la otra ficción de la misma factoría: La Casa de Papel.

Sky Rojo cuenta la historia de tres chicas que ejercen la prostitución. Ellas son Coral, la líder del trío con un pasado indescifrable, Wendy, la argentina que canta la justa de forma lisa y llana y Gina, la joven inocente que llegó engañada desde Cuba pensando que iba a ser camarera. Interpretadas por Verónica Sánchez, Lali Espósito y Yani Prado, respectivamente, estas muchachas pasan las 24 horas del día en El club de las novias, en Tenerife.

Comparten la vida dentro de este prostíbulo regenteado por el proxeneta Romeo (un siempre brillante Asier Etxeandia) y por dos hermanos que son como un par de secuaces y buenos para muy poco: Moisés (Miguel Ángel Silvestre) y Christian (Enric Auquer). Las chicas son sometidas a continuas injusticias por parte de Romeo, que no permite que tengan la libertad que les pertenece. Y entonces sucede lo inesperado: hartas del sometimiento, en un ataque de ira lastiman a Romeo, dejándolo malherido.



Por supuesto, en medio de la persecución, se van contando las duras vidas que tuvieron las chicas y qué las llevó hasta ese sitio. Son sobrevivientes dentro de un mundo injusto en el que diversas circunstancias las llevaron a tener que vender su cuerpo por dinero. Así, a través de flashbacks, las historias de cada una de ellas se van armando como un rompecabezas, muy de a poco y con información a cuentagotas.

Coral, Wendy y Gina terminan siendo un grupo de desahuciadas que solo se tienen a sí mismas y únicamente cuentan con su necesidad interna de salir de ese pozo en el que están. Son, al fin y al cabo, las heroínas de sus propias historias.

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